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Desde la Mirada de un Guía: San Agustín, Huila, Patrimonio Histórico de la Humanidad

Soy Aníval Ordóñez, guía profesional de turismo desde hace 22 años. Durante los últimos ocho he trabajado desde el área comercial, y antes de eso desde el sector público. Pero más allá de los cargos y los años, hay algo que no ha cambiado: mi vínculo profundo con San Agustín y con su historia.


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Para mí, el Parque Arqueológico de San Agustín fue, ha sido y seguirá siendo el punto de encuentro más importante del sur de lo que hoy llamamos Colombia. Así lo confirman los vestigios arqueológicos de una civilización que existió desde aproximadamente el 4.000 a. C., y que aún hoy continúa siendo objeto de investigación y asombro.


Este antiguo pueblo nos dejó un legado invaluable: su cosmovisión, una manera de entender el mundo, la vida y la muerte, que logró perdurar a través de los siglos. Ese legado es el que hoy nos permite a los guías contar su historia, interpretar sus símbolos y conectar al visitante con un pasado que sigue vivo entre montañas y esculturas de piedra.


Pero San Agustín no es solo arqueología. Como guía, siempre he sentido que mi labor va más allá de explicar estatuas y fechas. También es mostrar la otra cara de San Agustín: su gente actual, su comunidad viva. En cada rostro tallado en piedra veo reflejado el rostro del artesano, del músico, de la cocinera, del agricultor; hombres y mujeres que hoy mantienen viva la esencia de este territorio.


Por eso digo que San Agustín fue y sigue siendo un punto de encuentro, porque aquí aún convergen personas de todo el mundo que llegan con curiosidad, respeto y ganas de conocernos. Cada visitante trae una historia, y cada historia se cruza con la nuestra.


Para mí, como guía, más allá de la conexión espiritual que existe entre este lugar y mi alma, San Agustín ha sido también una oportunidad de vida. Me permitió construir una segunda profesión, generar ingresos dignos y mejorar la calidad de vida de mi familia, haciendo lo que amo: compartir la historia y el corazón de mi tierra.


Guiar en San Agustín no es solo un trabajo. Es un privilegio, una responsabilidad y, sobre todo, una forma de mantener vivo un legado que sigue hablando al mundo.

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